Antes de nada, os hago una
pregunta bien sencilla: ¿Es la conciliación un tema de mujeres? A la vista de
los resultados que nos han acompañado y continúan acompañando podríamos inferir
que así es, de la misma forma que concluiríamos que éste precisamente es el
mayor error de la conciliación en nuestro país y en otros muchos.
Ni es un asunto de madres, ni de
mujeres, ni de niños, ni…. Es un asunto de personas, personas con sus proyectos
de vida que en muchos casos coinciden como en el de parentalidad y por tanto,
puede ser estudiados y atendidos colectivamente, y buscar soluciones de forma
grupal, lo cual, no resta ni un ápice de verdad ni de sentido al concepto. La
conciliación reside en cada persona, en su diferencia que debe ser respetada y
atendida en la medida de lo posible.
Es verdad que, tras esta
expresión, hay un conflicto ético y moral pues no todos los proyectos de vida
tienen el mismo impacto social y por tanto, no todos deberían tener la misma atención
y consideración social ¿verdad?
Es obvio, que no es lo mismo
conciliar para sacar adelante a mi familia o para atender y apoyar a los más
necesitados, que para aprender a tocar la guitarra de 12 cuerdas. Ahí está el
lío que hace grande precisamente a la conciliación.
Si queremos darle un empujón a esto
de la conciliación de verdad pasa por involucrar al varón y hacerle partícipe de las decisiones, porque
de la misma forma que se nos recuerda que no podemos obviar al 50% del talento
femenino, no podemos dejar fuera de la conciliación al otro 50%.
Parece tan obvio que insistir es
una pérdida de tiempo, ¿verdad?
¿Por qué entonces insistimos en
llevar la conciliación al ámbito femenino? ¿Por qué tantos colectivos de
mujeres hablando “entre ellas” de conciliación? El verdadero éxito sería
incluir al varón en este tipo de discusiones pero de hecho se le sigue apartando
en algunos de ellos.
El propio gobierno reduce la
conciliación a un asunto de Igualdad de Género incorporando la misma en el
ordenamiento jurídico en la Ley 3/2007 de Igualdad efectiva entre mujeres y
hombres. ¿No sería lo suyo una Ley de Conciliación transversal a hombres y
mujeres? ¿A personas con discapacidad y sin ella? ¿A personas con hijos y sin
ellos?
Yo empecé a conciliar porque lo
deseaba no porque el otro 50% me obligara, ni, por cierto, porque lo hiciera ninguna
Ley al respecto. Quise involucrarme en el mayor desafío que he tenido y tengo
como persona, que es la crianza de mis hijas, independientemente de lo que
dijera la legislación al respecto.
¿No creen que de conciliación
deberíamos hablar más y mejor los varones? ¿No creen que éste sería el
verdadero avance social? El que les habla y escribe así lo cree.
Saquemos la conciliación del
ámbito de la igualdad y de la mujer si queremos que se haga más grande y
transversal. ¡No hay otra! Ya sabemos que el varón “es resistente”. Lo que se
interpreta como un “no quiere” cuando en muchos casos es “no puede”. De cualquier
forma, sea porque no quiere o porque no puede, el reto es el mismo. ¡Hay que
implicarle, es parte del problema y la solución!