El avatar de este mes es el prototipo de lucha obrera sindicalista forjado en las duras batallas laborales de la reconversión española de los 70-80’s. Bien podría haber trabajado en un astillero o en la minería y digo haber porque ahora es un liberado que desempeña su función para uno de nuestros sindicatos de clase. Que digo yo ¿de qué clase? ¿de la media, de la alta o de la baja?
Yo habré visitado la sede de algún sindicato en 7-8 ocasiones, y en mayor o menor estruendo siempre me ha sorprendido la iconografía en formato poster que puebla sus muros. Yo sé que no son los mejores sitios para buscar estilismo, ni para hacer un anuncio de IKEA, ni mucho menos poner en práctica el noble arte del feng shui, pero... Tampoco sé si es o no muy efectiva, pero creo que sinceramente están perdiendo una excelente oportunidad de negocio “la venta de camisetas con iconografía de tipo retro o vintage ahora tan de moda!
Y es que esos puños en alto junto con los símbolos marxistas o del mayo del 68, más todo el metalenguaje que les rodea como 'lucha obrera', 'barricadas', 'capitalismo' etc, etc están ya más trasnochadas que pedir a un DJ una de Camilo Sexto para bailar 'agarrao'.
El sindicalismo interpreta la condición bajo un doble prisma:
1. Es un asunto de café para todos sin espacio para la libertad individual, lo importante es el colectivo (traducción, el sindicato) y no la persona. El objetivo más valorado es la solidaridad que es bajo el que se esconde el no pienses en ti, piensa en el sindicato.
2. Es un asunto para la igualdad entre compañeros y compañeras. La conciliación existe si y sólo si genera mayor igualdad entre sexos obviando su impacto sobre infancia, salud, bienestar, mayores, tecnología, productividad, etc, el sólo me vale si me ayuda en mi lucha de sexos.
Precisamente sobre la igualdad en el sindicalismo actual habría mucho que hablar y no sólo porque no conozca a ningún sindicato liderado por una mujer, sino también porque precisan de un inminente baño de femineidad.
Menos lucha obrera y puños en situación amenazadora y más capacidad negociadora, más futuro con niños, tecnología y sobre todo ¡paz y amor!
¡Necesitamos líderes (que no lideresas) sindicales femeninas!
El compañero del metal se alimenta de la lucha y de la confrontación (por cierto como algunos negociadores de la otra parte). Asume la conciliación como parte de esa lucha, y en una lucha ya se sabe... ¡yo sólo gano si tú pierdes!
En algunas negociaciones laborales, absolutamente centradas e incluso atascadas pro asuntos como el incremento salarial o por instintivas luchas de poder, la conciliación suena a aquella famosa frase de los insuperables Marx Brothers… se acuerdan: ¡y dos huevos duros!
No se está utilizando como un verdadero argumento central en las negociaciones sino para incrementar la lista de peticiones con el ya comentado ¡y dos huevos duros!
En definitiva, yo puedo pedir mucha conciliación y mucha igualdad a mis opositores empresarios pero que es todo eso ante... ¡un cuartillo más de incremento salarial! Qué gran logro, que gran venta, qué éxtasis... aunque para ello haya tenido que dejar de lado la tan cacareada conciliación. Compañeros del metal, ¡otra vez será! Ah! Y... ¡dos huevos duros!
Por un sindicalismo por y para el Siglo XXI ¡Os necesitamos!