El concepto de conciliación tal y
como lo entendemos (o malentendemos) se origina a finales del siglo pasado.
La Ley 39/99 promulgada por el
Partido Popular pone fecha al abordaje legal del concepto, y hay que reconocer que
con carácter precursor en ese momento. Esta Ley y los primeros desarrollos
ponían el acento en la protección de la maternidad (es decir de la mujer madre)
y en segunda derivada de la familia.
De hecho el concepto era y es
para muchos, conciliación de la vida familiar y laboral.
Una segunda generación en la evolución
del concepto, podría datarse unos 10 años después y utilizamos para ello otro
hito legal la Ley 3/2007 de Igualdad Efectiva entre mujeres y hombres
promulgada por el PSOE.
Ahora el foco es la mujer y su
desarrollo personal y profesional independientemente de su maternidad. La conciliación
al servicio de la igualdad con algunas interpretaciones un tanto extremas como
las procedentes de determinados movimientos feministas para los que la conciliación
sólo tenía sentido si servía para lograr una mayor igualdad entre los géneros
en el ámbito privado y profesional!!
¿Debemos esperar otros 10 años
para evolucionar de nuevo el concepto?
Nuestra propuesta es que desde
ya, y concretamente desde el año 2010 que es cuando lo “documentamos” por
primera vez, entramos ya en una 3ª
Generación del concepto conciliación, en una evolución hacia lo
multistakeholder, hacia lo plural y diverso.
Apoyándonos en la transversalidad
y angulosidad del concepto, la conciliación debe abarcar a todos y cada uno de
nosotros, con nuestras expectativas, nuestras necesidades, y …nuestras
diferencias.
La conciliación puede ayudar a la
maternidad y a la paternidad, a la infancia y a la familia, a la mujer y a la
igualdad, pero también a los mayores, a las personas con diferentes capacidades,
a las menos favorecidas, a la movilidad de una ciudad, a la ecología,….en
definitiva a la sociedad en su conjunto.
La conciliación pone
foco en la persona atendiendo a su talento y a su diferencia, para aproximar
soluciones creativas e innovadoras que permitan un mayor equilibrio entre el
conjunto de actividades y expectativas de nuestra esfera profesional y no
profesional, en ocasiones mal llamada privada. Todo ello, bajo un concepto
integral de la persona y bajo el convencimiento de que las mejores personas son
a su vez mejores profesionales, o al contrario... una mala persona no puede ser
nunca un excelente profesional.
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