
No seré yo quien me posicione en
contra de esta corriente que en términos generales me parece correcta, aunque
considero que algunos se les va de las manos cuando, por ejemplo, deciden eliminar
los denominados despachos al Comité de Dirección e incluso al CEO. Una cosa es
un despacho tipo ático de 120 m2, con materiales nobles y otra cosa
es lanzar a la “pradera” a los pobres directivos y directivas para que sean
depredados lentamente.
Lo que ya no me parece ni medio
bien, por no decir que linda con la estupidez, es tratar de decir que éste o
aquél Smart working es conciliador
porque sencillamente ha puesto un sofá naranja del IKEA a la entrada y un
futbolín en el office, y dos pelotas muuu gordas por el medio para que la gente
se “relaje” sobre ellas. Esto es una tontería muuuuu gorda en Madrid, y en Kuala
Lumpur.
Todos los empleados se hacen la foto
el día de la inauguración con las pelotas (las azules, me refiero), echando una
partidica al futbolín y ya. Jamás nadie los usa porque, entre otras cosas, no
se ha producido cambio cultural alguno y se sigue viendo igual de mal jugar al
futbolín que hace 1 mes cuando empezó el proyecto del famoso smart working.
Sres. y Sras., la conciliación
implica una transformación cultural, entrar de lleno en el liderazgo, en los
estilos de dirección, en el modelo de desarrollo y reconocimiento. Es una cosa
muy sería que poco tiene que ver con el sillón naranja de la entrada.
¿Qué sucede? Muy fácil, las
empresas son, por definición, centros de eficiencia, han aprendido, y si no mal
les va a ir, a lograr resultados con la mínima inversión y coste. Si intuyen
que pueden ser conciliadores (o parecerlo) poniendo el silloncico, en lugar de
trabajar durante muchos meses en la transformación cultural, lo harán. Así de
fácil.
Pero yo y algunos más no lo vamos
a consentir. Una empresa, un entorno de trabajo conciliador, es algo mucho más
complejo, algo mucho más potente. Es una nueva cultura, una nueva forma de
hacer las cosas, de promover el cambio. Lo del sillón, el futbolín y las
pelotas es otra cosa, aunque lo digamos en inglés.