
Deberíamos empezar recordando a
nuestros “afamados” millennials, que existió una época en la que las oficinas
(y menos aún las fábricas) no tenían máquina de café. Sé que es difícil
imaginar, pues hoy en día no es sólo un elemento laboral, sino un elemento
laboral diferenciador, parece mentira. Pues así era, si uno quería un café se
echaba a la calle previo haber liado a unos cuántos para la excursión. Tenía su
encanto, lluvia, viento, sol de justicia, nada nos detenía, procesionábamos en
busca del líquido elemento.
Luego aparecieron las máquinas de
café, ahora denominadas vending que soltaban un brebaje infumable, y comenzó el
bigbang… que si esta nueva máquina tiene capuccino o aquella incorpora un
consomé, ¡qué gran avance de la ciencia cafetera!.
Allí nos agolpábamos 10-12 en un
espacio de 2 m2, oliendo a humanidad, tirando el café unos a otros,
pero relacionándonos al fin y al cabo. Las empresas descubrieron que era mucho
mejor para su cuenta de resultados tomarnos allí concentrados el café que seguir
deambulando por la ciudad y algunos, los más cool, comenzaron a subvencionar el
café a la peña, y se apercibieron que podía ser rentable.
Hoy todo ha cambiado, tú vas a
una empresa cool y anda que te hablan del CEO o de la inversión en I+D, te
llevan a la cafetería para que llores de envidia. Las hay mucho mejor que las
de la calle. Ni en Nueva York ves tú estas cafeterías de empresa. La última que
visité tenía terraza chill out, café de diversas procedencias, una línea de
productos eco e incluso una cabina londinense para adornar.
No es que no me gustara trabajar
allí, ¡a mí me gustaría vivir allí!.
Esto sí es una medida de
conciliación, de las buenas, y ahora muy en serio, considero que es totalmente
rentable para las empresas, se han convertido en espacios de reunión, de
intercambio de experiencias, de trabajo en equipo, de cofraternización, y
generan compromiso, implicación, orgullo de pertenencia… son rentables
Bien sea la excursión en busca
del café perdido, bien con la reducidísima cámera café o la macro cafetera,
todo vale para mejorar las relaciones interprofesionales y el engagement.
¿Para cuándo un grifo de cerveza?
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